domingo, 30 de septiembre de 2012

Las galletas de Diana Palmer


Las galletas de Diana Palmer

 
                                                    Mi biblioteca de Diana Palmer
 
 
No. Que nadie se lleve a error.

Diana Palmer, la popular escritora de novela romántica norteamericana, no se ha hecho confitera, ni panadera, ni ha sacado una marca propia de dulces. Este articulillo se refiere a las “galletas” que cocinan las protagonistas de sus novelas. Como además  de ser lectora soy una apasionada de la cocina, me he dedicado a investigar hasta dar con la receta adecuada.

Pero vamos por partes. No sé muy bien por qué me atraen tanto sus novelas, o al menos una parte de ellas. Soy, al igual que mi querida Olivia Ardey (recordemos su exquisita  Dama de Tréboles) una enamorada del Oeste americano, de sus inicios y de su evolución. Creo que mi atracción a determinadas series de esta autora (como  Hombres de Texas, Soldados de Fortuna, o la de Jeremiah Cortez, por nombrar las más conocidas) se debe a la recreación un tanto costumbrista de esos espacios en la actualidad.

Diana Palmer imprime en sus obras un conservadurismo atroz. Sus personajes tanto masculinos como femeninos se mueven por esos viejos principios de amor a la patria, valor, amistad, fidelidad, profundas creencias, recato en el vestir y en el comportamiento… Frente a todo esto, la autora pone en boca de ellos una defensa a ultranza del medio ambiente, del paisaje, del modo de vida del Medio oeste americano, de la necesidad de educación como forma de progreso y de la cultura nativa del país. Muchos de sus personajes son de origen indio, y muestran su orgullo de raza, tal como ocurre con Jeremiah Cortez, comanche, o con el policía Drake, cherokee, en “Antes del Amanecer”:

 “Era más alto que la mayoría de los espectadores y ofrecía un aspecto elegante, con su costoso y bien cortado traje de chaleco gris. Tenía un rostro atezado y flaco, levemente surcado de cicatrices, de grandes ojos negros y almendrados y cortas pestañas (…). Llevaba el pelo, denso y negro como el azabache, recogido en una pulcra coleta que le caía por la espalda casi hasta la cintura (…). Cortez era comanche. Había tras aquel peinado tan poco convencional, un pasado ancestral (…).” (Antes del Amanecer).

 Por su parte, los personajes femeninos se ajustan a un riguroso arquetipo. En general  no son bellas, aunque sí, muy atractivas. Son mucho más jóvenes que el hombre del que se enamoran. Suelen haber sufrido una infancia traumática (bien por haber vivido en casas de acogida y/o en un hogar desestructurado, o han sufrido el abandono, o la violencia, del padre o la madre), pero que han sabido enfrentarse al destino y salir adelante, convirtiéndose en seres de fuerte personalidad, apreciadas por su trabajo, queridas y respetadas por los miembros de la comunidad. En general, son mujeres inocentes, recatadas, cuyas vidas se rigen por fuertes principios morales: honestas, pudorosas, y por supuesto, virginales, cuya palabrota más sonada es “¡Diantres!”. Un ejemplo de ello es el personaje de Gracie March, para mí el más entrañable de sus obras, con graves secuelas físicas y psíquicas debido al maltrato:

 “Intentaba disimular sus problemas de memoria, pero la verdad es que se olvidaba de cosas, tropezaba con los escalones, y perdía el equilibrio en los lugares más inesperados. Aquellos lapsos tenían una explicación física, pero jamás se la había contado a su hermanastro, a pesar de que ya hacía casi doce años que su madre y ella se habían ido a vivir con Jason y el padre de este”. (“Para siempre”),

Son ellas, las que elaboran en un visto y no visto estas deliciosas galletas caseras para el desayuno de sus amados.

En resumidas, Diana Palmer recrea en sus novelas un universo propio y cerrado que se desarrolla en pequeñas comunidades, como es el caso de Jacobsville (o lo que viene a ser lo mismo, el poblado de un tal Jacobs que debió de llegar a esas tierras de Texas durante la conquista del Oeste y allí se quedó y formó una próspera villa). Las gentes que lo habitan en la actualidad forman una “gran familia”, con múltiples interrelaciones, en la que conviven desde defensores de la ley (véase FBI, DEA y demás siglas que si os explicara su significado “tendría que mataros”), junto con ex - mercenarios, ganaderos prósperos, hombres de negocios y todo un coro de personajes, la “gente normal” (tenderos, la propietaria del único café, y un largo etcétera) que aporta la necesaria verosimilitud a sus historias.

 

Receta de las galletas de Diana Palmer
 

                                                En el desayuno, deliciosas
 

 Las galletas de Diana Palmer no son dulces, sino un buen sustituto del pan. Lo mismo sirven para acompañar unos huevos rancheros (o el castizo huevos fritos con matanza) que un café, adornadas con un buena capa de mermelada casera. Por su tacto y aspecto están muy próximas al de los scones, esos delicioso bollitos ingleses.

 
En “Secretos entre los dos”, Gloryanne Barnes hace galletas  para Rodrigo Ramírez:

 “Le sirvió a Rodrigo beicon, huevos y las galletas caseras que había aprendido a hacer de niña”

 

Horno a 190º.

Ingredientes (para medidas americanas)

Ø      2 cup de harina de fuerza (Gallo de fuerza, santa Rita… Se pueden hacer con harina floja, pero quedan un poco más blandas)

Ø      1 cucharada y media de polvo de hornear bizcochos (Royal)

Ø      6 cucharadas soperas de mantequilla fría.

Ø      Una pizca de sal

Ø      ¾ escasa de taza escasa de leche fría.

Ø      Harina para amasar.

 

Modo de hacerlo:

1.- Poner en un bol la harina con la sal, el Royal y la mantequilla. Trabajar con los dedos hasta formar migas gruesas.

2.- Añadir la leche poco a poco e ir incorporándola  a la masa (cuidado!!!, a lo mejor no se necesita toda. Depende de la densidad de la harina).

3.- Amasar ligeramente hasta formar una masa compacta pero suave.

4.- Extender con rodillo. Cortar círculos con cortapastas 8el mío 5cm/D). Colocar sobre bandeja de horno cubierta con papel de cocina y hornear  de 15 a 20 minutos, hasta que estén doradas y crujientes.

 

Sobre las medidas. Para las que no tengáis el juego de medidas americanas, las equivalencias son las siguientes:

1 cup: 1 taza de té.

1 cuchara: 1 cuchara de sopa