domingo, 28 de octubre de 2012

Chulas de calabaza para la fiesta del Samaín, nuestro particular Halloween




Los celtas dividían el año en dos partes: la mitad oscura, que comenzaba en el mes de Samonios (octubre/noviembre) y la mitad clara, en el mes de Giamonios (abril /mayo). Si nos fijamos, coinciden con el equinoccio, de otoño y primavera respectivamente.

El momento de transición entre ambas épocas se llama en gaélico Samhain (Samaín, en gallego) que significa “Fin del verano”. La noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, según nuestro calendario, se celebraba la fiesta que ponía fin a la cosecha. Era el comienzo del nuevo año celta, un momento de transición. Se terminaba una época y se iniciaba otra, la del periodo de la mitad oscura.

Durante el Samaín se producía una comunicación con el espíritu de los difuntos que durante esas fechas podían regresar al mundo de los vivos. A su vez, la gente tenía la oportunidad de reunirse con sus antepasados. Para facilitarles el camino de vuelta, se encendían hogueras en las encrucijadas de los caminos, y así ellos tenían una luz que los guiara. Para ahuyentar a los malos espíritus, se dejaba comida a las puertas de las casas. De ahí la tradición actual de que los niños pidan dulces. 

La iglesia en su momento se apropió de esta celebración pagana y la cristianizó, dándole el nombre de Día de Todos los Santos. En Estados Unidos, el Halloween.

En Galicia, como en Irlanda, hasta hace unos treinta años se celebraba el Samaín en la mayor parte de los pueblos y ciudades. Después la fiesta se fue perdiendo, hasta que hace poco fue recuperada. En lugares como Foz o Cedeira (costa de Lugo) es famoso el Samaín, con calabazas, castañas, juegos malabares... En Rivadavia (Ourense) la noche del 31 de Octubre siempre se ha celebrado “A noite Meiga” (la noche de las brujas). La ciudad se llena de fantasmas, brujas, vampiros… y en el castillo se construye el pasadizo del terror.
 

                         Para celebrar el Samaín: 

 

-          qué leer: aunque no es de un autor gallego, os propongo, El Monte de las Ánimas, la aterradora leyenda de Gustavo Adolfo Bécquer.

-          Qué comer: chulas de calabaza, filloas rellenas de chocolate, castañas asadas.

-          qué beber: vino tinto nuevo, oscuro, recién sacado de la barrica.

-          qué vestir: de negro, de la cabeza a los pies. Acompañar el vestuario con un buen pintado de uñas y labios en un azul noche. Nos sentiremos verdaderas “meigas”.

-          qué hacer: contar cuentos de terror, de aparecidos, de náufragos que vuelven a casa…, mientras asamos castañas y chorizos en las brasas. De postre  filloas y chulas de calabaza,

-          qué adorno buscar: colocar en la ventana una calabaza vaciada con una vela encendida en su interior. Dejar la luz toda la noche, para que el espíritu de nuestros antepasados encuentre con facilidad el camino de regreso.

  Monjes guerreros de EL Monte de las ánimas

 
 
Receta de chulas de calabaza.

  Foto de chulas de calabaza de el blog La cocina de Lechuza, donde encontraréis un interesante artículo sobre el Samaín
http://www.lacocinadelechuza.com/2009/10/en-galicia-celebramos-el-samain-con.html

 
El blog O Garfelo nos propone unas deliciosas:

 Ingredientes

 

-500gr de calabaza asada en el horno (no cocer porque se llena de agua)

-3 cucharadas soperas de azúcar

-150 gr. de harina

-una pizca de canela

-medio sobre de Royal (o similar)

-4 huevos

-aceite para freír (girasol u oliva, al gusto)

-azúcar glass para espolvorear.

 

Modo de hacerlo

 Cortar la calabaza en rodajas gruesas. Asarlas en el horno, a 170º, durante 40 minutos. Dejar templar, pelar y machacar la pulpa con un tenedor.

Batir los huevos con el azúcar y unir el puré de calabaza.

Añadir la harina con el Royal y la canela, hasta formar una pilla un poco espesa. Si queda demasiado, echar un poquito de leche.

Calentar el aceite. Ir echando cucharadas de masa. Freír, pero con cuidado de que el calor no arrebate la masa o que quede cruda por dentro. Sacar a un plato con papel de cocina para eliminar el exceso de grasa. Dejar templar y espolvorear con azúcar glass. Servir.